La gestión integral de activos (Asset Integrity Management, AIM) tiene sus raíces en el programa de integridad mecánica que se lleva usando en los sectores anteriormente descritos mucho tiempo antes de que comenzara a usarse la terminología
AIM. Estos programas incluyen acciones como inspecciones,
control de la corrosión, tratamientos químicos y ensayos de los dispositivos de protección de los procesos. Sin embargo, el Informe Cullen, que resumía los hallazgos del terrible desastre de la plataforma Piper Alpha, mostró claramente que en él también se vieron implicados factores más allá de la integridad mecánica.
Las causas principales incluyeron no solo la central física, sino también a las personas y los procesos que usaban. La revisión de otros accidentes de menor importancia mostró también similitudes con este.
En esa central, contribuyeron al accidente las personas y las deficiencias en los procesos. En función de lo anterior, se concluyó que a fin de evitar accidentes graves y a fin de garantizar operaciones seguras/fiables, debía adoptarse en algún momento la gestión de la integridad del personal y de los procesos, a fin de describir este enfoque más extenso.
Gestión integral de activos (Asset Integrity Management Systems, AIMS)
Para gestionar algo de forma eficiente, se necesita un enfoque sistemático. Tras lo que se hizo en cuanto a los programas de seguridad y medioambiente, la mayoría de los operadores han dispuesto sus esfuerzos AIM en base al enfoque de la serie de normas ISO 9000. Dicha serie usa el ciclo ya familiar de “planificar, hacer, medir y mejorar”.
Requisitos de la gestión integral de activos
Por ahora, la mayoría de los grandes operadores, e incluso algunos más pequeños, de las industrias petrolíferas, de gas, canalización, petroquímicas y refinerías han establecido estándares internos o prácticas recomendadas para
AIM. En todos los casos, tal y como se ha mencionado antes, he visto como dichos estándares y prácticas implican al personal, a los procesos y a los aspectos de la central. El número de elementos de la AIM varía en función de la empresa, empezando en 8 en la versión más simple y llegando a 16.
La mayoría están íntimamente conectados a la práctica recomendada API RP-750, gestión de los peligros de los procesos, también llamada PSM. En esencia, la diferencia entre la
AIM y la PSM es que la PSM solo presta atención a los peligros de los procesos, mientras que la
AIM también tiene en cuenta peligros no relacionados con los procesos, por ejemplo, logística, transporte, climatología, daños a terceros, etc.
Haciendo uso de un ejemplo muy sencillo, los siguientes aspectos, por lo general, están cubiertos por los estándares y las prácticas de la AIM:
En función de estos requisitos, es evidente que la asociación con entidades con experiencia en este campo puede ayudar significativamente al operador de la central a lograr sus objetivos AIM para llevar a cabo operaciones seguras y fiables. Las características de ingeniería son las más importantes en las fases de “planificación y medición” de la AIM, y la ejecución la más importante en las fases de “hacer y mejorar”.
Este tipo de trabajos son esenciales para el funcionamiento seguro de cualquier instalación, y por lo general, se suelen confiar a consultores externos tales como Applus+Velosi. La urgencia para implementar la AIM ha aumentado debido a los últimos incidentes recientes graves en la industria petrolera, y seguirá jugando un importante papel en el futuro.
Dr. Stephen Ciaraldi, Senior Integrity Management Specialist en Applus+ Velosi